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miércoles, 15 de junio de 2016

ESTUDIO CIENTÍFICO DE LA TALASEMIA


TALASEMIA

Es un trastorno sanguíneo que se transmite de padres a hijos (hereditario) en el cual el cuerpo
produce una forma anormal de hemoglobina, la proteína en los glóbulos rojos que transporta
el oxígeno. Este trastorno ocasiona la destrucción de grandes cantidades de los glóbulos rojos,
lo cual lleva a que se presente anemia.
CAUSAS
La hemoglobina se compone de dos proteínas: la globina alfa y la globina beta. La talasemia
ocurre cuando hay un defecto en un gen que ayuda a controlar la producción de una de estas
proteínas.
- La talasemia alfa ocurre cuando un gen o los genes relacionados con la proteína globina alfa
faltan o han cambiado (mutado).
-La talasemia beta ocurre cuando defectos genéticos similares afectan la producción de la
proteína globina beta.
Tanto la talasemia alfa como la beta abarcan las siguientes dos formas:
- Talasemia mayor
- Talasemia menor
Es necesario heredar el gen defectuoso de ambos padres para padecer la talasemia mayor.
La talasemia menor se presenta si uno recibe el gen defectuoso de sólo uno de los padres. Las
personas con esta forma del trastorno son portadores de la enfermedad y por lo regular no
tienen síntomas.
SÍNTOMAS.
Los niños nacidos con talasemia mayor (anemia de Cooley) desarrollan anemia grave durante
el primer año de vida. Otros síntomas pueden abarcar:

-Deformidades óseas en la cara
-Fatiga
-Insuficiencia del crecimiento
-Dificultad respiratoria
-Piel amarilla (ictericia)

Las personas con la forma menor de talasemia alfa y beta tienen glóbulos rojos pequeños,
pero no presentan ningún síntoma.





TRATAMIENTO

El tratamiento para la talasemia mayor a menudo implica transfusiones de sangre regulares y
suplementos de folato. También, un trasplante de médula ósea puede ayudar a tratar la
enfermedad en algunos pacientes


NOELIA MARÍ CORRALIZA – 1 BACHILLERATO C

El bichito que planta cara a Dios

Un organismo marino muestra por qué el ser humano no está en la cúspide de la evolución.






“Sólo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días, es mudo. Sólo la casualidad nos habla”, escribía Milan Kundera en La insoportable levedad del ser. Y algo habla, o más bien grita, en una playa de Badalona, cerca de Barcelona: la dominada por el puente del Petróleo. Por este pantalán que se mete 250 metros en el mar Mediterráneo se descargaban productos petrolíferos hasta finales del siglo XX. Y a sus pies se levanta desde 1870 la fábrica de Anís del Mono, el licor en cuya etiqueta aparece un simio con la cara de Charles Darwincomo guiño a la teoría de la evolución, por entonces polémica.


Hoy, el puente del Petróleo es un precioso mirador con una estatua de bronce dedicada al mono con rostro darwinista. Y, por una casualidad que habla, entre sus paseantes habituales se encuentra un equipo de biólogos evolutivos del departamento de Genética de la Universidad de Barcelona. Caminan por la pasarela sobre el océano y lanzan un cubo para atrapar a un animal marino, el Oikopleura dioica, un bicho de tan solo tres milímetros, pero con boca, ano, cerebro y corazón. Parece insignificante, pero, como Darwin, hace que el discurso de las religiones se tambalee. Coloca al ser humano en el lugar que le corresponde: con el resto de animales.

“Hemos estado mal influenciados por la religión, pensando que estábamos en la cúspide de la evolución. No lo estamos. Estamos al mismo nivel que el resto de los animales”, sentencia el biólogo Cristian Cañestro. Junto a su colega Ricard Albalat dirige una de las tres únicas instalaciones científicas del mundo para estudiar al Oikopleura dioica. Las otras dos están en Noruega y Japón. La suya es una salita fría, con centenares de ejemplares prácticamente invisibles metidos en recipientes de agua, en un rincón de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona.

“La visión hasta ahora es que al evolucionar ganábamos en complejidad, ganando genes. Así se pensó cuando se secuenciaron los primeros genomas, de mosca, de gusano y del ser humano. Pero hemos visto que no es así. La mayoría de nuestros genes está también en las medusas. Nuestro ancestro común los tenía. No es que nosotros hayamos ganado genes, es que los han perdido ellos. La complejidad génica es ancestral”, sentencia Cañestro.

En 2006, este biólogo investigaba el papel de un derivado de la vitamina A, el ácido retinoico, en el desarrollo embrionario. Esta sustancia indica a las células de un embrión lo que tienen que hacer para convertirse en un cuerpo adulto. El ácido retinoico activa los genes necesarios, por ejemplo, para formar las extremidades, el corazón, los ojos y las orejas. Cañestro estudiaba este proceso, común en los animales, en el Oikopleura. Y se quedó con la boca abierta.

“Los animales utilizan una cascada de genes para sintetizar el ácido retinoico. Me di cuenta de que en el Oikopleura dioica faltaba uno de estos genes. Luego vi que faltaban más. No encontrábamos ninguno”, recuerda. Este animal de tres milímetros fabrica su corazón, de manera inexplicable, sin ácido retinoico. “Si ves un coche sin ruedas moviéndose, ese día tu percepción de las ruedas cambia”, ilustra Cañestro.

El último ancestro común entre este minúsculo habitante de los océanos y el ser humano vivió hace unos 500 millones de años. Desde entonces, elOikopleura ha perdido el 30% de los genes que nos unían. Y lo ha hecho con éxito. Si usted se mete en cualquier playa del mundo, allí estarán ellos rodeando su cuerpo. En la batalla de la selección natural, los Oikopleura han ganado. En algunos ecosistemas marinos, su densidad alcanza los 20.000 individuos por cada metro cúbico de agua. Son perdedores, pero solo de genes.

Albalat y Cañestro acaban de publicar en la revista especializada Nature Reviews Genetics un artículo que analiza la pérdida de genes como motor de la evolución. Su texto ha despertado interés mundial. Ha sido recomendado por F1000Prime, una clasificación internacional que señala los mejores artículos sobre biología y medicina. El suyo empieza con una frase del emperador romano Marco Aurelio, filósofo estoico: “La pérdida no es más que cambio y el cambio es un placer de la naturaleza”.

Los dos biólogos subrayan que la pérdida de genes, incluso, pudo ser clave para el origen de la especie humana. “El chimpancé y el ser humano comparten más del 98% de su genoma. Quizás habría que buscar las diferencias en los genes que se han perdido de manera diferente durante la evolución de los humanos y el resto de primates. Algunos estudios sugieren que la pérdida de un gen hizo que la musculatura de nuestra mandíbula fuera más pequeña y esto permitió aumentar el volumen de nuestro cráneo”, hipotetiza Albalat. Quizá, perder genes nos hizo más inteligentes que el resto de los mortales.





En 2012, un estudio del genetista estadounidense Daniel MacArthur mostró que, de media, cualquier persona sana tiene 20 genes que no funcionan. Y, aparentemente, tan campantes. Albalat y Cañestro, del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona, ponen dos ejemplos muy estudiados. En algunas personas, los genes que codifican la proteína CCR5o la DUFFY están anulados por mutaciones. Son las proteínas que utilizan, respectivamente, el virus del sida y el parásito que causa la malaria para entrar en las células. La pérdida de estos genes hace a los humanos más resistentes a estas enfermedades.


En el laboratorio de Cañestro y Albalat hay un cartel que imita al de la películaReservoir Dogs, en el que aparecen los científicos y otros miembros de su equipo vestidos con camisas blancas y corbatas negras, como en el filme de Quentin Tarantino. Su montaje se titula Reservoir Oiks, en alusión al Oikopleura. Los dos biólogos creen que el organismo marino va a permitir formular, y responder, preguntas nuevas sobre nuestro manual de instrucciones común: el genoma.

El cerebro del Oikopleura tiene unas 100 neuronas y el de los humanos contiene 86.000 millones, pero somos mucho más similares de lo que parece. Entre un 60% y un 80% de las familias de genes humanos tienen un claro representante en el genoma deOikopleura. “Este animal nos permite estudiar qué genes humanos son esenciales”, aplaude Albalat. O lo que es lo mismo: por qué algunas mutaciones son irrelevantes y otras provocan efectos terribles en nuestra salud.

Los seres vivos poseen una maquinaria celular que repara las mutaciones que surgen en su ADN. El Oikopleura dioica ha perdido 16 de los 83 genes ancestrales que regulan este proceso. Esta incapacidad para autorrepararse podría explicar su pérdida extrema de genes, según detalla el artículo en Nature Reviews Genetics.

A Cañestro se le ilumina la mirada al hablar de estas ausencias. Los genes suelen actuar en cascada para llevar a cabo una función. Si en una cascada conocida de ocho genes faltan siete en el Oikopleura, porque la función se ha perdido, la permanencia del octavo gen puede revelar una segunda función esencial que había pasado desapercibida. Ese gen sería como un cruce de autopistas. Desmantelada una carretera, sobrevive porque es fundamental en otra ruta. “Esa segunda función ya estaba en el ancestro común y puede ser importante en los humanos”, celebra Cañestro.

“No hay animales superiores y animales inferiores. Nuestras piezas de Lego son básicamente las mismas, aunque con ellas construyamos cosas diferentes”, zanja el biólogo. Piense en su lugar en el mundo la próxima vez que bucee en el mar. Esa nieve blanca que flota en el agua y se puede ver a contraluz son las deposiciones del Oikopleura.

FUENTE: http://elpais.com/elpais/2016/06/13/ciencia/1465783505_295391.html
Daniel Física 1Bach B

Tomar decisiones con dos neuronas


En lo que constituye el primer estudio de su tipo, se ha conseguido analizar la actividad cerebral de caracoles de agua dulce y se ha descubierto cómo un circuito que consta solo de dos neuronas puede impulsar una forma sofisticada de toma de decisiones.
El equipo de György Kemenes, de la Universidad de Sussex en el Reino Unido, vigiló el comportamiento de los caracoles mientras tomaban decisiones en su búsqueda de comida). Los investigadores midieron asimismo la actividad en el cerebro del caracol, usando electrodos para registrar pequeñas cargas eléctricas, llamadas potenciales de acción, en neuronas individuales.
Kemenes y sus colaboradores descubrieron una neurona de tipo controlador que hace saber al cerebro del caracol que se halla presente comida potencial, y una segunda neurona que transmite señales diciéndole a dicho cerebro si el cuerpo tiene hambre o no. Los científicos también han averiguado detalles de cómo permite el sistema a los caracoles ahorrar energía para reducir la actividad cerebral cuando no se encuentra comida.




En definitiva, el nuevo estudio revela por primera vez cómo solo dos neuronas pueden bastar para crear un mecanismo, en el cerebro de un animal, que dirige y optimiza tareas de toma de decisiones complejas. Estos hallazgos pueden ayudar a los científicos a identificar otros sistemas neuronales clave subyacentes en procesos de toma de decisión similares. Los avances en este campo de investigación seguramente también ayudarán a diseñar “cerebros” de robots que usen el menor número posible de componentes para llevar a cabo tareas complejas.

Iván Romero 1º Bachillerato B

Nuevos descubrimientos de Astrobiología: La NASA busca vida en el cosmos.


La astrobiología es el estudio científico de cómo se interrelaciona la vida con los planetas y otros objetos de nuestro cosmos. Varias cuestiones primordiales impulsan este campo. ¿Cómo surgió la vida? ¿Estamos solos en el Universo? ¿Cuál es el futuro de la vida más allá de nuestro planeta natal? Implícita en esta búsqueda está la determinación de un conjunto de características que distinguen lo vivo de lo no vivo, aun cuando ahora mismo quizá no sea posible ofrecer una definición absoluta.
En un momento en el que muchos campos científicos se están especializando y volviendo más específicos, la astrobiología es interdisciplinaria. Incluye a astrónomos, geólogos, científicos planetarios, paleontólogos, biólogos, físicos, químicos, filósofos y otros interesados por las implicaciones de la existencia o no existencia de vida más allá de la Tierra. La búsqueda de vida en otros lugares se convirtió en algo mucho más accesible cuando la NASA y otros organismos espaciales desarrollaron la capacidad de lanzamiento, los satélites y las misiones exploratorias a nuestros vecinos planetarios que han hecho que se disparen los conocimientos sobre nuestro universo. Todos estamos hechos de polvo estelar. Los elementos químicos básicos más ligeros de la materia viva derivan del Big Bang, y los elementos más pesados se generan en el interior radiactivo de las estrellas y se esparcen por el espacio cuando éstas se destruyen. Un impresionante avance reciente ha sido el descubrimiento de que hay más de 85 planetas que giran en órbita alrededor de otros soles. La NASA y otros organismos lanzarán, en los próximos años, satélites que encontrarán y estudiarán nuevos planetas extrasolares, incluidos aquellos que tienen aproximadamente el tamaño de la Tierra y podrían ser habitables.
La química prebiótica se ocupa de los complejos procesos que forman las sustancias químicas orgánicas a partir de las cuales se forman las moléculas y estructuras biológicas ricas en información -proteínas, ácidos nucleicos, membranas celulares, etc.- que caracterizan la vida. Los geólogos indagan las formas de vida más tempranas en las formaciones geológicas más antiguas. Los biólogos moleculares y evolutivos buscan antecedentes primitivos de la vida actual. ¿Cómo afecta la materia viva a la geología y a otras formas naturales? Estas y otras investigaciones pueden identificar las «biofirmas», es decir, marcadores de vida presente o pasada. Estos se utilizarán en la búsqueda de vida.
Los principales objetivos de la búsqueda de vida en nuestro sistema solar son Marte y Europa, la luna galileana de Júpiter. Marte es el planeta más parecido a la Tierra; está más cerca de la «zona habitable» (la región del sistema solar cercana a la órbita de la Tierra, y donde podría existir vida) que cualquier otro planeta. Es posible que en el pasado haya existido agua líquida en su superficie, y todavía existe en forma congelada y, posiblemente, en lugares ocultos en forma líquida. Los astrobiólogos han ayudado a seleccionar lugares para los Martian Landers (módulos que aterrizarán en Marte) que la NASA y la Agencia Espacial Europea lanzarán en 2003, y a desarrollar instrumentos que se puedan utilizar para detectar biofirmas.
Se piensa que el agua líquida es una condición previa para que pueda existir vida. Europa tiene una superficie cubierta de hielo y, probablemente, oculto bajo ella, haya un vasto océano líquido que contiene más agua que todos los océanos terrestres juntos. Se está estudiando la posibilidad de llevar a cabo misiones robóticas en Europa y, con el tiempo, el aterrizaje de instrumentos contenidos en submarinos autónomos. Titán tiene una atmósfera rica en material orgánico y es interesante para el estudio de la química prebiótica. Será visitado aproximadamente dentro de tres años, cuando la misión Cassini aborde nuevas exploraciones de Saturno y Titán, incluido un módulo lanzado con paracaídas para estudiar las moléculas orgánicas de este último.
La Tierra primitiva era, según criterios contemporáneos, un entorno hostil. Hubo un periodo de fuerte bombardeo de meteoritos y cometas que perturbaba cualquier ecología que pudiera haber existido y que, en algunos casos, quizá haya esterilizado nuestro planeta. El oxígeno era escaso, se daban con frecuencia violentas erupciones volcánicas, hubo periodos de frío helador, de intenso calor, de radiación ultravioleta y de deshidratación. Por consiguiente, es posible que haya existido vida en lugares protegidos o extremos; en terrenos con grietas geotérmicas y bajo el mar, bajo la superficie terrestre, en los intersticios de cristales de hielo, en agua de acidez alta o baja, etc. Hay lugares en la Tierra que imitan ahora estos extremos y se pueden considerar análogos a los de Marte o Europa así como a los de la Tierra primitiva. Los astrobiólogos tienen una vida aventurera, no sólo por participar en misiones espaciales sino por los estudios de campo en la Tierra. Se les puede encontrar en barcos oceanográficos en busca de puntos geotérmicos en las cordilleras intraoceánicas, en el cráter provocado por el impacto de un antiguo meteorito que hace más de 20 millones de años hizo saltar por los aires lo que ahora es la isla de Devon, en el archipiélago ártico canadiense, o en el emplazamiento del lago Vostock, en una parte remota del Antártico oriental. Vostock es un profundo lago situado a varios kilómetros de profundidad bajo glaciares y nieve, análogo al hipotético océano de Europa.
El estudio del espacio nos lleva a mirar nuestro planeta natal con otros ojos. Una vez observada y estudiada Europa, no podemos contemplar el hielo terrestre de la misma forma. Cuando observamos cómo ha interactuado la vida con Marte, reconocemos la belleza y riqueza de nuestro planeta y valoramos su conservación y su destino.
A finales de la década de 1990 diversos acontecimientos reavivaron el interés de la NASA por la astrobiología y otras materias relacionadas. Entre dichos acontecimientos se encontraban el descubrimiento de planetas extrasolares, el aumento de los conocimientos sobre el espacio profundo gracias al Telescopio Espacial Hubble y la posibilidad de que un meteorito procedente de Marte descubierto en la Antártida -ALH 8400- pudiera contener pruebas de una vida extraterrestre muy antigua. Se encontró financiación adicional y parte de la misma se dedicó, en 1997, al Instituto de Astrobiología de la NASA (NAI). En 1998, en una reunión de varios cientos de especialistas y científicos de otros tipos, se creó un Plano de la Astrobiología: una síntesis general de las dimensiones del campo. Basándose en este Plano y en la misión de la NASA, la comunidad científica solicitó financiación para una investigación interdisciplinaria básica de descubrimiento. Un grupo de control no gubernamental compuesto por científicos eligió once equipos principales. Entre ellos había universidades, institutos de investigación y centros de la NASA. (En 2001 se añadieron cuatro equipos). El NAI cuenta con más de 700 colaboradores, incluidos 13 miembros de la prestigiosa Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos. La investigación del NAI es innovadora; a los investigadores se les dice que se espera de ellos que cambien sus planes conforme los nuevos descubrimientos vayan generando nuevas ideas.
Además de la investigación científica, una gran parte de nuestra misión es desarrollar métodos para dirigir y mejorar una organización virtual. Nuestros 15 equipos están esparcidos por todo Estados Unidos, y tenemos socios internacionales en todo el mundo. Estamos desarrollando planes de colaboración y métodos electrónicos de comunicación para permitir a los profesionales trabajar juntosa distancia. Esta es una cuestión importantísima en un mundo cada vez más globalizado. Tenemos intención de ser los iniciadores de estos métodos que beneficiarán a las organizaciones científicas. 
 
Alex García 1º Bachillerato B 

Las bacterias regulan el clima


Un nuevo estudio revela que la actividad de unos microorganismos que viven en los océanos juega un papel determinante en el clima global.
Un equipo de investigadores de distintas instituciones, coordinado por Stephen Giovannoni y Jing Sun, dos expertos en ecología microbiana de la Universidad Estatal de Oregón, ha descubierto que unos microorganismos muy abundantes en los océanos producen grandes cantidades de sulfuro de dimetilo, un compuesto volátil que contribuye a regular el clima del planeta.
Este gas es, en esencia, el responsable del característico olor a mar, y forma parte fundamental del ciclo del azufre. Durante el mismo, el sulfuro de dimetilo se oxida en la atmósfera, un proceso que acaba propiciando la formación de nubes.
En un artículo publicado en la revista Nature Microbiology, estos científicos señalan que las responsables son las bacterias del género Pelagibacter –en cada cucharilla de agua marina podría encontrarse medio millón de ellas–. Estas poseen uno de los genomas más pequeños conocidos y carecen de los mecanismos de regulación genética presentes en la mayoría de las bacterias, pero son capaces de metabolizar un compuesto denominado dimetilsulfoniopropionato, que produce el plancton. Como resultado, liberan sufuro de dimetilo. Los aerosoles que acaba formando esta sustancia reducen la cantidad de luz solar que baña la superficie de los océanos.
Estos expertos han identificado una enzima hasta ahora desconocida que juega un papel determinante en este fenómeno. Es más, según parece, también está presente en muchas otras especies de bacterias marinas, por lo que, según indican, se podría haber subestimado la contribución de los microorganismos en la producción del citado compuesto.

Carla Raga,
http://www.muyinteresante.es/ciencia/articulo/las-bacterias-regulan-el-clima-411465286537

IFL

La majoria ens queixem que no dormim tantes hores com voldríem, i són molts els que pateixen trastorns del son i tenen problemes d'insomni. Però d'una manera o una altra tothom dorm. Tothom? No. Al món hi ha unes 40 famílies que pateixen insomni familiar letal (IFL), una malaltia que, un cop es desenvolupa, els fa impossible tornar a dormir. 

L'IFL és una malaltia neurodegenerativa, semblant a la de les vaques boges. Però mentre que la de les vaques boges s'adquireix en menjar carn contaminada, l'IFL s'hereta, sense que els que la pateixen puguin fer res per evitar-ho. No es declara de sobte sinó que apareix de forma gradual. Hi ha qui pateix els primers símptomes amb 20 anys, d'altres en tenen 70. Els que pateixen la malaltia comencen a mostrar-se confosos i, amb el temps,deliren, seguint un quadre que es pot confondre amb la demència. En algun moment deixen de dormir. Com a molt experimenten una sensació de son incomplet, però en cap cas arriben a tenir un son profund. Entre sis mesos i dos anys després de patir els primers símptomes moren.

De moment, no hi ha cap tractament per a l'IFL i l'edat mitjana a la qual
es presenta la malaltia és de 50 anys.

L'insomni familiar letal és una malaltia extrema, motivada per la degeneració del tàlem, la part del cervell que regula com responem de forma automàtica a l'entorn. Per imaginar l'infern que viuen els que la pateixen només cal tenir presents els símptomes que experimentem després de no descansar prou:cansament, irritabilitat, mal de cap…

Després de 24 hores sense dormir es veuen afectades la capacitat de discernir i decidir. L' atenció baixa, falla la memòria, hi ha problemes de concentració i l' audició disminueix. Amb aquests problemes, les possibilitats de patir un accident greu s'incrementen de forma notable. 36 hores sense dormir provoquen un daltabaix emocional i puja molt la tensió arterial. Després de 48 hores, el cos comença un procés de compensació provocant microepisodis de son, d'una durada que pot anar de 0,5 a 30 segons. La desorientació és total. 72 hores sense dormir i la capacitat de pensar de forma lúcida i concentrar-se és pràcticament inexistent. Fins i tot una conversa normal és un repte i es comencen a patir al·lucinacions, on es veuen coses que en realitat no hi són o no existeixen.

La ciència no acaba de saber per què tenim una necessitat peremptòria de dormir. Sap, això sí, quins són els beneficis de dormir bé: renovar les cèl·lules, mantenir sa el sistema immunològic, fer que el metabolisme funcioni de forma correcta. I també sap els problemes derivats de no fer-ho: més risc de patir tota mena de malalties, des de la diabetis fins als infarts de miocardi, passant per la depressió i l'obesitat. Una perspectiva preocupant, tot i que si l'episodi d'insomni és puntual no cal patir, perquè els danys que es generen no són irreversibles.


Marcel Forné Alegre

EL ALZHEIMER

El Alzheimer es una alteración neurodegenerativa primaria que suele aparecer a partir de los 65 años. La enfermedad puede causar que una persona se confunda, se pierda en lugares conocidos, extravíe las cosas o tenga problemas con el lenguaje
Cuando una persona padece la enfermedad de Alzheimer, experimenta cambios microscópicos en el tejido de ciertas partes de su cerebro y una pérdida, progresiva, pero constante, de una sustancia química, vital para el funcionamiento cerebral, llamada acetilcolina. Esta sustancia permite que las células nerviosas se comuniquen entre ellas y está implicada en actividades mentales vinculadas al aprendizaje, memoria y pensamiento.
Los cambios que se producen en el cerebro comienzan a nivel microscópico mucho antes de los primeros síntomas de pérdida de memoria.
El cerebro tiene 100 mil millones de células nerviosas (neuronas). Cada célula nerviosa se conecta con muchas otras para formar redes de comunicación. Los grupos de células nerviosas tienen trabajos especiales. Las células del cerebro funcionan como pequeñas fábricas que reciben suministros, generan energía, construyen equipos y se deshacen de los residuos. Las células también procesan y almacenan información y se comunican con otras células.
Mantener todo funcionando requiere coordinación, así como grandes cantidades de combustible y oxígeno. Los científicos creen que la enfermedad de Alzheimer impide que algunas partes de la fábrica de una célula funcionen bien. No están Pero, al igual que una verdadera fábrica, los atascos y las averías en un sistema causan problemas en otras áreas. A medida que se extiende el daño, las células pierden su capacidad de hacer sus trabajos y, eventualmente, mueren. La destrucción y la muerte de las neuronas es lo que causa los síntomas de esta enfermedad.
La enfermedad del alzheimer se propaga poco a poco. Primero Las placas y marañas empiezan en las áreas del cerebro que envuelven la memoria. A continuación, gradualmente se propagan a otras áreas. Y por último,  la mayoría del cerebro se ve afectada.


Fuentes:
Natalia Monfort Pérez.
1º Bachillerato C. IES ALBAL.