Mientras una persona esta riendo, quince músculos faciales se contraen y el músculo cigomático mayor se estimula constantemente. El sistema respiratorio también recibe las alteraciones y su funcionamiento cambia porque la epiglotis cierra la faringe en ciertas proporciones, produciendo irregularidades en la entrada del aire.
Cuando alguien se ríe durante mucho tiempo y en situaciones intensas, los conductos lagrimales se abren y dejan caer algunas lágrimas. Todos estos cambios hacen que el rostro se humedezca y tome un color rojizo, a veces con mayor intensidad y en casos hasta púrpura. Mientras tanto, un extraño sonido acompaña este suceso.
El investigador Robert Provine, psicólogo y profesor de la Universidad de Maryland en Baltimore, en uno de sus estudios sobre los diferentes efectos de la risa en los seres humanos, analizó la estructura sónica de la risa en distintas personas. Como resultado, descubrió que el sonido consiste en pequeñas notas que se repiten cada 210 milisegundos.
Ese sonido se caracteriza por tener siempre la misma tonalidad y nunca por ser una mezcla de diferentes tonos. A modo de ejemplo, la risa de unos puede expresarse algo si como “ja-ja-ja” o “jo-jo-jo” pero nunca como “ja-jo-ja”.
Robert también señala que al escuchar una risa, nuestro cerebro mediante una suerte de detector activa ciertos circuitos neuronales en el cerebro relacionado precisamente a la risa y que además incrementa la intensidad de la misma, algo que explicaría por qué la risa es contagiosa.
Belén Martinez 3E
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