La astrobiología es el estudio científico
de cómo se interrelaciona la vida con los planetas y otros objetos de
nuestro cosmos. Varias cuestiones primordiales impulsan este campo.
¿Cómo surgió la vida? ¿Estamos solos en el Universo? ¿Cuál es el futuro
de la vida más allá de nuestro planeta natal? Implícita en esta búsqueda
está la determinación de un conjunto de características que distinguen
lo vivo de lo no vivo, aun cuando ahora mismo quizá no sea posible
ofrecer una definición absoluta.
En un momento en el
que muchos campos científicos se están especializando y volviendo más
específicos, la astrobiología es interdisciplinaria. Incluye a
astrónomos, geólogos, científicos planetarios, paleontólogos, biólogos,
físicos, químicos, filósofos y otros interesados por las implicaciones
de la existencia o no existencia de vida más allá de la Tierra. La
búsqueda de vida en otros lugares se convirtió en algo mucho más
accesible cuando la NASA y otros organismos espaciales desarrollaron la
capacidad de lanzamiento, los satélites y las misiones exploratorias a
nuestros vecinos planetarios que han hecho que se disparen los
conocimientos sobre nuestro universo. Todos estamos hechos de polvo
estelar. Los elementos químicos básicos más ligeros de la materia viva
derivan del Big Bang, y los elementos más pesados se generan en el
interior radiactivo de las estrellas y se esparcen por el espacio cuando
éstas se destruyen. Un impresionante avance reciente ha sido el
descubrimiento de que hay más de 85 planetas que giran en órbita
alrededor de otros soles. La NASA y otros organismos lanzarán, en los
próximos años, satélites que encontrarán y estudiarán nuevos planetas
extrasolares, incluidos aquellos que tienen aproximadamente el tamaño de
la Tierra y podrían ser habitables.
La química
prebiótica se ocupa de los complejos procesos que forman las sustancias
químicas orgánicas a partir de las cuales se forman las moléculas y
estructuras biológicas ricas en información -proteínas, ácidos
nucleicos, membranas celulares, etc.- que caracterizan la vida. Los
geólogos indagan las formas de vida más tempranas en las formaciones
geológicas más antiguas. Los biólogos moleculares y evolutivos buscan
antecedentes primitivos de la vida actual. ¿Cómo afecta la materia viva a
la geología y a otras formas naturales? Estas y otras investigaciones
pueden identificar las «biofirmas», es decir, marcadores de vida
presente o pasada. Estos se utilizarán en la búsqueda de vida.
Los
principales objetivos de la búsqueda de vida en nuestro sistema solar
son Marte y Europa, la luna galileana de Júpiter. Marte es el planeta
más parecido a la Tierra; está más cerca de la «zona habitable» (la
región del sistema solar cercana a la órbita de la Tierra, y donde
podría existir vida) que cualquier otro planeta. Es posible que en el
pasado haya existido agua líquida en su superficie, y todavía existe en
forma congelada y, posiblemente, en lugares ocultos en forma líquida.
Los astrobiólogos han ayudado a seleccionar lugares para los Martian
Landers (módulos que aterrizarán en Marte) que la NASA y la Agencia
Espacial Europea lanzarán en 2003, y a desarrollar instrumentos que se
puedan utilizar para detectar biofirmas.
Se piensa
que el agua líquida es una condición previa para que pueda existir vida.
Europa tiene una superficie cubierta de hielo y, probablemente, oculto
bajo ella, haya un vasto océano líquido que contiene más agua que todos
los océanos terrestres juntos. Se está estudiando la posibilidad de
llevar a cabo misiones robóticas en Europa y, con el tiempo, el
aterrizaje de instrumentos contenidos en submarinos autónomos. Titán
tiene una atmósfera rica en material orgánico y es interesante para el
estudio de la química prebiótica. Será visitado aproximadamente dentro
de tres años, cuando la misión Cassini aborde nuevas exploraciones de
Saturno y Titán, incluido un módulo lanzado con paracaídas para estudiar
las moléculas orgánicas de este último.
La Tierra
primitiva era, según criterios contemporáneos, un entorno hostil. Hubo
un periodo de fuerte bombardeo de meteoritos y cometas que perturbaba
cualquier ecología que pudiera haber existido y que, en algunos casos,
quizá haya esterilizado nuestro planeta. El oxígeno era escaso, se daban
con frecuencia violentas erupciones volcánicas, hubo periodos de frío
helador, de intenso calor, de radiación ultravioleta y de
deshidratación. Por consiguiente, es posible que haya existido vida en
lugares protegidos o extremos; en terrenos con grietas geotérmicas y
bajo el mar, bajo la superficie terrestre, en los intersticios de
cristales de hielo, en agua de acidez alta o baja, etc. Hay lugares en
la Tierra que imitan ahora estos extremos y se pueden considerar
análogos a los de Marte o Europa así como a los de la Tierra primitiva.
Los astrobiólogos tienen una vida aventurera, no sólo por participar en
misiones espaciales sino por los estudios de campo en la Tierra. Se les
puede encontrar en barcos oceanográficos en busca de puntos geotérmicos
en las cordilleras intraoceánicas, en el cráter provocado por el impacto
de un antiguo meteorito que hace más de 20 millones de años hizo saltar
por los aires lo que ahora es la isla de Devon, en el archipiélago
ártico canadiense, o en el emplazamiento del lago Vostock, en una parte
remota del Antártico oriental. Vostock es un profundo lago situado a
varios kilómetros de profundidad bajo glaciares y nieve, análogo al
hipotético océano de Europa.
El estudio del espacio
nos lleva a mirar nuestro planeta natal con otros ojos. Una vez
observada y estudiada Europa, no podemos contemplar el hielo terrestre
de la misma forma. Cuando observamos cómo ha interactuado la vida con
Marte, reconocemos la belleza y riqueza de nuestro planeta y valoramos
su conservación y su destino.
A finales de la década
de 1990 diversos acontecimientos reavivaron el interés de la NASA por
la astrobiología y otras materias relacionadas. Entre dichos
acontecimientos se encontraban el descubrimiento de planetas
extrasolares, el aumento de los conocimientos sobre el espacio profundo
gracias al Telescopio Espacial Hubble y la posibilidad de que un
meteorito procedente de Marte descubierto en la Antártida -ALH 8400-
pudiera contener pruebas de una vida extraterrestre muy antigua. Se
encontró financiación adicional y parte de la misma se dedicó, en 1997,
al Instituto de Astrobiología de la NASA (NAI). En 1998, en una reunión
de varios cientos de especialistas y científicos de otros tipos, se creó
un Plano de la Astrobiología: una síntesis general de las dimensiones
del campo. Basándose en este Plano y en la misión de la NASA, la
comunidad científica solicitó financiación para una investigación
interdisciplinaria básica de descubrimiento. Un grupo de control no
gubernamental compuesto por científicos eligió once equipos principales.
Entre ellos había universidades, institutos de investigación y centros
de la NASA. (En 2001 se añadieron cuatro equipos). El NAI cuenta con más
de 700 colaboradores, incluidos 13 miembros de la prestigiosa Academia
Nacional de las Ciencias de Estados Unidos. La investigación del NAI es
innovadora; a los investigadores se les dice que se espera de ellos que
cambien sus planes conforme los nuevos descubrimientos vayan generando
nuevas ideas.
Además de la investigación científica,
una gran parte de nuestra misión es desarrollar métodos para dirigir y
mejorar una organización virtual. Nuestros 15 equipos están esparcidos
por todo Estados Unidos, y tenemos socios internacionales en todo el
mundo. Estamos desarrollando planes de colaboración y métodos
electrónicos de comunicación para permitir a los profesionales trabajar
juntosa distancia. Esta es una cuestión importantísima en un mundo cada
vez más globalizado. Tenemos intención de ser los iniciadores de estos
métodos que beneficiarán a las organizaciones científicas.
Alex García 1º Bachillerato B
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